SEGUIDORES DE FREUD
PSICOLOGÍA
ANALÍTICA DE CARL JUNG (1875-1961).
Considerado en un tiempo por Freud como su heredero en el trono, Jung, médico
suizo, rompió con Freud por razones personales e intelectuales. Las mayores
diferencias teóricas se refieren al rechazo de Jung de la sexualidad como el
principal determinante de la conducta, su convicción de que la vida está
dirigida en su mayor parte por las metas positivas y los objetivos que cada uno
se establece y no sólo por factores intelectuales reprimidos y su énfasis en el
crecimiento y el cambio a lo largo de la vida, en contraste con la creencia de
Freud de que la personalidad quedaba inalterablemente establecida ya en la
infancia.
El aspecto más controvertido de la teoría de Jung es su creencia mística en los
orígenes raciales o históricos de la personalidad. Defendió que las raíces de
la personalidad son muy anteriores al nacimiento del individuo, se remontan a
lo largo de generaciones, hasta la aurora de los orígenes de la especie humana.
De nuestros distantes antepasados heredamos una predisposición común que moldea
la manera de contemplar y responder a la vida. Nuestra personalidad está
racialmente determinada. Para conocer más acerca de la evolución de esta
personalidad racial o colectiva, Jung se dedicó al estudio de la mitología, la
religión y las primeras creencias y ritos, así como los sueños y las
manifestaciones neuróticas y psicóticas.
Jung opinaba que la mente está constituida por el yo (la mente consciente), el inconsciente personal (material reprimido u olvidado) y el inconsciente colectivo (la parte de la mente derivada de los
recuerdos ancestrales). El inconsciente colectivo está formado por arquetipos, ideas
emocionalmente cargadas que unen los conceptos universales a la experiencia
individual. Los arquetipos pueden ser descritos como símbolos de temas comunes
que se encuentran a lo largo de generaciones y en todas las partes del mundo.
Según Jung, poseemos muchos arquetipos con los que hemos nacido y que influyen
en nuestra conducta. Por ejemplo, el arquetipo
de la madre lo descubrimos
cuando el bebé percibe a su madre, no sólo por el tipo de mujer que es y las
experiencias que tiene de ella, sino también por el concepto preformado de
madre con el que nace. Otros arquetipos son la persona (la máscara social que adoptamos), el anima (el arquetipo femenino en el hombre) y
el animus (el arquetipo masculino en la mujer).
También tenemos arquetipos para el nacimiento, la muerte, Dios, el niño, el
viejo sabio y otros.
Mucho más aceptadas fueron las ideas de Jung sobre la persona introvertida (orientada hacia su mundo interior
subjetivo) y la persona
extrovertida (orientada hacia
el mundo exterior objetivo). Una persona puede a menudo ser descrita en uno de
estos términos hasta aproximadamente la mitad de su vida, cuando la otra mitad
emerge del inconsciente personal. Jung consideró que la transición en la mitad
de la vida era importante también en otros aspectos. Este es el momento de la
vida, dijo Jung (1931), en que la persona quiere quitarse la máscara que ha caracterizado
su manera de relacionarse con al gente hasta entonces, y quiere expresar los
sentimientos y emociones que ha estado reprimiendo hasta ese momento. Esto
ayuda a explicar el fenómeno bien conocido de que los varones se vuelven más
cuidadosos y emocionalmente más expresivos a mediana edad, mientras las mujeres
se tornan más asertivas y orientadas hacia un fin.
Como en el trabajo de Freud, el de Jung es difícil de probar por medio de la
investigación y la experimentación. Aunque Jung no ha alcanzado el impacto de
su "maestro", su influencia llega más allá de lo que realmente se
reconoce. Fue Jung, por ejemplo, quien primero expresó el punto de vista
optimista que los humanistas ampliaron más tarde y fue él quien primero enunció
el concepto de la autorealización a través de la conducta dirigida a una meta.
Esta visión optimista de la persona aún subyace en las teorías humanistas.
Además, la expresión artística de las teorías de Jung puede ser contemplada en
muchas películas, obras de teatro y novelas contemporáneas y quizá en el
movimiento general hacia el misticismo que ha caracterizado muchos aspectos de
la sociedad contemporánea.
LA PSICOLOGÍA DEL INDIVIDUO DE ALFRED ADLER (1870-1937).
Médico vienés, como Freud, Adler también rompió con él por sus
diferencias respecto a la sexualidad y el papel del inconsciente. Adler creyó
que el individuo era primariamente social, no sexual, que el estilo de vida que
una persona elige determina cómo ha de satisfacer sus necesidades sexuales y no
al revés y qué es más importante explorar esa conducta consciente y dirigida a
una meta que la motivación inconsciente. Aunque creyó que la naturaleza social
del sujeto es innata, también mantuvo que los tipos de experiencias sociales
que uno tiene con los demás, especialmente padres y hermanos durante la
infancia, influyen en la manera de establecer sus relaciones a lo largo de la
vida.
Adler acuñó el término complejo
de inferioridad. Creía que los individuos, algunas veces, tratan de
equilibrar sus sentimientos de inferioridad, compensándolos, desarrollando lo
que llamó uncomplejo de superioridad. Es posible que su interés en el
tratamiento de los sentimientos de inferioridad y la importancia de las
experiencias provenga de su propia infancia enfermiza.
Como fundador de la "psicología del individuo", Adler insistió en la
singularidad de los individuos. Con esta creencia fue el precursor de los
humanistas, ya que hizo hincapié en el concepto de estilo de vida personal, que es el modo en que una
persona lucha para vencer sus sentimientos de inferioridad y desarrolla un
sentido de autovaloración para llegar finalmente a lo que los humanistas
llamaron la "autorrealización" o de "auto-actualización".
Adler ha ejercido gran influencia por sus análisis sobre el efecto del orden de
nacimiento en la personalidad, por su énfasis en la influencia de los factores
sociales más que los sexuales y por su insistencia en la conducta consciente y
dirigida a una meta.
Como Jung, Adler también ha considerado que la conducta se dirige hacia un
propósito concreto en vez de estar motivada por factores inconscientes. Creía
en la existencia de un sí
mismo creador, un sistema personal que interpreta las propias experiencias
y busca cuáles le llenarán más. En vez de subrayar los instintos básicos
universales, Adler ha destacado la individualidad de la personalidad, que
empuja a cada individuo en una dirección diferente para encontrar aquellas
satisfacciones de la vida que le realizarán personalmente.
El impulso más importante en la vida es, según Adler, el afán de superación, no
sobre otra gente, sino sobre el propio sentimiento de inferioridad, que
proviene inicialmente en el niño de la sensación de insuficiencia por la talla
pequeña y la falta de poder. El complejo de inferioridad impulsa a la persona a
superar aquellos primeros sentimientos de inferioridad y a lograr lo que
algunos teóricos, como Abrahán Maslow, llamarían más tarde
"auto-actualización".
KAREN
HORNEY (1885-1952).
Horney, otra
discípula de Freud que estuvo fuertemente influenciada por él y del que después
se distanció, era también doctora especializada en psicoanálisis. Estaba
convencida de que Freud sobreestimaba la importancia de los factores biológicos
en el desarrollo de la personalidad, descuidando, en cambio, los factores
sociales y culturales. Un ejemplo particularmente significativo de ello fue la
reacción de Horney al concepto freudiano de la envidia de pene. Horney sostenía
que cuando una mujer desea ser varón no es por unos rasgos físicos que le
gustaría poseer, sino por "todas las ventajas y privilegios en que nuestra
cultura son considerados como masculinos, como la fuerza, el coraje, la independencia,
el éxito, la libertad sexual, el derecho a elegir compañero..." (1930).
Horney (1945) atribuye la neurosis a la dificultad del niño para desenvolverse
en un mundo potencialmente hostil, lleno de factores adversos, como la
dominación, la indiferencia, la conducta irregular, la falta de respeto, los
continuos cambios en el cariño, admiración, responsabilidad, etc. Piensa que el
niño ansioso trata de desenvolverse en el mundo intentando satisfacer una o más
de las diez necesidades, que caracteriza como neuróticas porque las considera
irracionales. Esas necesidades van dirigidas a conseguir afecto y aprobación, a
conseguir un compañero que se haga cargo de la propia vida, a conseguir poder,
prestigio, logros personales, admiración personal, autosuficiencia e
independencia, perfección e inexpugnabilidad, la necesidad de explorar a los
demás y la de restringir la propia vida dentro de límites estrechos. Más tarde
agrupó estas necesidades en tres formas básicas de respuesta: acercamiento hacia la gente (dependiendo de los otros),
impulso en contra de los otros (convirtiéndose en un
ser hostil y rebelde) y alejamiento de la gente (encerrarse dentro de sí mismo).
La mayor diferencia entre la persona sana y la neurótica, dijo, es que el individuo
sano puede integrar estas actitudes, unas veces dándose a los demás, otras
luchando y otras aislándose, mientras que el neurótico está dirigido
inflexiblemente en una sola de estas direcciones, sea o no apropiada a las
circunstancias.
TEORÍA PSICOSOCIAL
DE ERIK H. ERIKSON (1902-1986).
E. H. Erikson es un teórico psicoanalítico contemporáneo que nació en
Dinamarca, pero ha pasado la mayor parte de su vida en los EE.UU. Erikson ha
continuado la tradición de Freud de transformar las teorías originales para
ponerse al día con los cambios que impone el transcurso del tiempo.
La mayor contribución de Erikson a la teoría de la personalidad consiste en
subrayar el conflicto entre los instintos innatos y las demandas sociales. Sostiene
que la cultura concreta en la que la persona crece determina cuáles serán los
conflictos. Esta teoría, que incorpora tanto aspectos psíquicos como sociales,
describe la maduración del individuo a través de ocho etapas a lo largo de su
vida. En cada etapa el individuo se enfrenta con una crisis, la resolución de
la cual puede tener un resultado positivo o negativo, dependiendo de la
habilidad de la persona para producir un equilibrio sano. Por ejemplo, en el
primer año de vida el niño debe desarrollar el nivel adecuado de confianza
(para que pueda establecer relaciones íntimas) y de desconfianza (para
protegerse en un mundo a veces hostil). Aunque los escritos principales de
Erikson (1959, 1963, 1968) se refieren a la infancia y la adolescencia, continuó
el pensamiento de Jung y Adler sobre el desarrollo adulto y extendió sus etapas
hasta la vejez.
ERICH FROMM
(1900-1980).
Nacido en Frankfurt, estudió en las Universidades de Heidelberg, Frankfurt y
Munich. Fue uno de los fundadores del "Instituto psicoanálitico" de
Frankfurt. Su interés por el marxismo, y especialmente por la concepción
marxista del hombre y la necesidad de superar el estado de alienación, lo
acercó a Horkheimer y a otros miembros del "Instituto de Investigación
Social", al punto que se cita a veces a Fromm como uno de los
frankfurtianos" (Escuela de Frankfurt). La posibilidad de acercar Freud a
Marx y de proporcionar bases psicológicas y filosófico-antropológicas al
marxismo parecían una base segura de cimentar la asociación de Fromm con el
"Instituto" mencionado. Sin embargo, tanto la formación,
principalmente religiosa y ética, de Fromm, como la interpretación que daba
Freud, lo alejaron de la Escuela de Frankfurt. Contribuyó a ello,
además su insistencia en aspectos psicológicos y "existenciales" de
Marx. Fromm ha declarado que su orientación freudiana, aunque muy distinta de
la "ortodoxa", sigue siendo importante en su pensamiento, ya que sólo
los conceptos del carácter humano desarrollados por Freud permiten una adecuada
comprensión del hombre contemporáneo. Los análisis psicológicos de Fromm son a
la vez existencialistas y psicosociales. En una de sus más influyentes obras,
Fromm ha mostrado que hay varios mecanismos que inducen al hombre a huir
de la libertad. Esta huída es huída de sí mismo y una de las formas que adopta
el "instinto de muerte" freudiano. Fromm ha tomado muchos de los
hechos y problemas de la época contemporánea -el autoritarismo, el temor, la
soledad, el amor a sí mismo (y el amor de sí mismo)- y los ha sometido a los
que a veces se ha llamado "psicoanálisis humanístico". Ha subrayado
los aspectos sociales y morales de la práctica del psicoanálisis, especialmente
en la medida en que ha considerado que las enfermedades mentales tienen un importante,
si no predominante, carácter social y moral.
Erich
Fromm nació en Frankfurt, Alemania en 1900. Su padre era un hombre de negocios
y más bien colérico y con bastantes cambios de humor. Su madre estaba deprimida
con frecuencia.
Como
Jung, Erich provenía de una familia muy religiosa, en este caso de judíos
ortodoxos. El mismo se denominó más tarde un “místico ateo”.
En
su autobiografía, habla de dos eventos acontecidos en su adolescencia:
El
primero tiene que ver con una amiga de la familia de 25 años; era hermosa,
atractiva y además pintora. Casi siempre estaba en compañía de su padre viudo.
Un día le llega la noticia de que su padre había muerto e inmediatamente
después ella se había suicidado, dejando un testamento que estipulaba que su
deseo era ser enterrada al lado de su padre.
El joven Erich, en ese momento con 12
años, se pregunta “¿por qué?”. Más tarde, encontraría algunas respuestas en
Freud.
El
segundo evento fue la Primera Guerra Mundial. A la tierna edad de 14 años,
pudo darse cuenta de hasta dónde podía llegar el nacionalismo. El odio, la
“histeria de guerra”, le asustó, como debía pasar. Se encontró nuevamente
queriendo comprender algo irracional (la irracionalidad de las masas) y halló
algunas respuestas, esta vez en los escritos de Karl Marx.
Para
finalizar con la historia de Fromm, recibió su doctorado en Heidelberg en 1922
y empezó su carrera como psicoterapeuta. Se mudó a los EEUU en 1934 (¡una época
bastante popular para abandonar Alemania!), estableciéndose en la ciudad de
Nueva York, donde conocería muchos de los otros grandes pensadores refugiados
unidos allí, incluyendo a Karen Horney, con quien tuvo un romance.
Cerca
del final de su carrera, se mudó a ciudad Méjico para enseñar. Murió en Suiza
en 1980.
Tal
y como se sugiere en su biografía, la teoría de Fromm es más bien una
combinación de Freud y Marx. Por supuesto, Freud enfatizó sobre el
inconsciente, los impulsos biológicos, la represión y demás. En otras palabras,
Freud postuló que nuestro carácter estaba determinado por la biología. Por otro
lado, Marx consideraba a las personas como determinados por su sociedad y más
especialmente por sus sistemas económicos.
Fromm
añadió a estos dos sistemas bastante deterministas algo extraño a ellos: la
idea de libertad. Él
animaba a las personas a trascender los determinismos que Freud y Marx les
atribuían. De hecho, Fromm hace de la libertad la característica central de la
naturaleza humana.
Un
buen ejemplo sería el determinismo casi puro de la biología animal, al igual
que dice Freud, por lo menos aquellas especies simples. Los animales no están
ocupados en su libertad; sus instintos se hacen cargo de todo.
Un
buen ejemplo de determinismo socio-económico (al igual que considera Marx), es
la sociedad tradicional dela Edad
Media. Si tu
padre era un labrador, tú serías labrador. Si tu padre era rey, tú también
llegarías a serlo. No hay dudas, no hay motivo para la búsqueda de un alma;
simplemente nos adaptamos y nunca sufrimos una crisis de identidad.
Históricamente
hablando esta simple pero dura vida empieza a perfilarse durante el
Renacimiento, donde las personas empiezan a considerar a la humanidad como el
centro del universo, en vez de Dios. Después vino la Reforma,
que introdujo la idea de cada uno de nosotros éramos responsables
individualmente de la salvación de nuestra alma. Y luego sobrevinieron las
revoluciones democráticas tales como la Revolución Americana y la Francesa. En este momento parece que estamos
supuestos a gobernarnos a nosotros mismos. Posteriormente vino la Revolución Industrial,
de repente, nos convertimos en empleados y consumidores. Luego vinieron las
revoluciones socialistas tales como la rusa y la china, que introdujeron la
idea de la economía participativa. Además de ser responsable de tu manutención,
tenías que preocuparte de tus empleados.
Así,
tras casi 500 años, la idea del individuo, con pensamientos, sentimientos,
consciencia moral, libertad y responsabilidad individuales, se estableció. Pero
junto a la individualidad vino el aislamiento, la alienación y la perplejidad.
La libertad es algo difícil de lograr y cuando la tenemos nos inclinamos a huir
de ella.
Fromm
describe tres vías a través de las cuales escapamos
de la libertad:
Autoritarismo. Buscamos
evitar la libertad al fusionarnos con otros, volviéndonos parte de un sistema
autoritario como la sociedad de la Edad Media. Hay dos formas de acercarse a esta
postura: una es someterse al poder de los otros, volviéndose pasivo y
complaciente. La otra es convertirse uno mismo en un autoritario. De cualquiera
de las dos formas, escapamos a una identidad separada.
Fromm
se refiere a la versión más extrema de autoritarismo como masoquismo y sadismo.
Destructividad. Responden al dolor volviéndolo
en contra del mundo: si destruyo al mundo, ¿cómo puede hacerme daño? Es este
escape de la libertad lo que da cuenta de la podredumbre indiscriminada de la
vida (brutalidad, vandalismo, humillación, crimen, terrorismo…).
Fromm
añade que si el deseo de destrucción de una persona se ve bloqueado, entonces
puede redirigirlo hacia adentro de sí mismo. La forma más obvia de auto
destructividad es por supuesto, el suicidio. Pero también podemos incluir aquí
muchas enfermedades como la adicción a sustancias, alcoholismo o incluso la
tendencia al placer de entretenimientos pasivos.
Conformidad
autómata. Cuando
necesitamos replegarnos, nos refugiamos en nuestra propia cultura de masas.
Cuando me visto en la mañana, ¡hay tantas decisiones que tomar! Puedo fijarme
en la TV que, como un horóscopo, me dirá rápida
y efectivamente qué hacer. Si hablo como…, si pienso como…, si siento
como…cualquier otro de mi sociedad, entonces pasaré inadvertido; desapareceré
en medio de la gente y no tendré la necesidad de plantearme mi libertad o
asumir cualquier responsabilidad. Es la contraparte horizontal del
autoritarismo.
La
persona que utiliza la conformidad autómata es como un camaleón social: asume
el color de su ambiente. Ya que se ve como el resto de los demás, ya no tiene
que sentirse solo. Desde luego no estará solo, pero tampoco es él mismo. El
conformista autómata experimenta una división entre sus genuinos sentimientos y
los disfraces que presenta al mundo.
De
hecho, dado que la “verdadera naturaleza” de la humanidad es la libertad,
cualquiera de estos escapes de la misma nos aliena de nosotros mismos. Como lo
dice Fromm: “El hombre nace como una extrañeza de la naturaleza; siendo parte
de ella y al mismo tiempo trascendiéndola. Él debe hallar principios de acción
y de toma de decisiones que reemplacen a los principios instintivos. Debe tener
un marco orientativo que le permita organizar una composición consistente del
mundo como condición de acciones consistentes. Debe luchar no sólo contra los
peligros de morir, pasar hambre y lesionarse, sino también de otro peligro
específicamente humano: el de volverse loco. En otras palabras, debe protegerse
a sí mismo no sólo del peligro de perder su vida, sino de perder su mente”
Familias
Escoger
la forma en la cual escapamos de la libertad tiene bastante que ver con el tipo
de familia en la que crecemos. Fromm describe dos tipos de familias no
productivas.
Familias
simbióticas. La simbiosis es la relación estrecha entre dos organismos que
no pueden vivir el uno sin el otro. En una familia simbiótica, algunos miembros
de la familia son “absorbidos” por otros miembros, de manera que no pueden
desarrollar completamente sus personalidades por sí mismos. El ejemplo más
obvio es el caso donde los padres “absorben” al hijo, de forma que la
personalidad del chico es simplemente un reflejo de los deseos de los padres.
En muchas sociedades tradicionales, este es el caso con muchos niños,
especialmente de las niñas.
El
otro ejemplo es el caso donde el niño “absorbe” a sus padres. En este caso, el
niño domina o manipula al padre, que existe esencialmente para servir al niño.
Es bastante común en la relación entre el hijo y su madre.
Familias
apartadas. De hecho, su principal característica es su gélida
indiferencia e incluso su odio helado. Aún cuando el estilo familiar de
“repliegue” ha estado siempre con nosotros, ha llegado sólo a dominar algunas
sociedades en los últimos pocos cientos de años; esto es, desde que la
burguesía (la clase comerciante) arribó a la escena con fuerza.
La
versión “fría” es la más antigua de las dos, propia del norte de Europa y
partes de Asia, y en todas aquellas partes donde los comerciantes han sido
considerados como una clase formidable. Los padres son muy exigentes con sus
hijos, de los cuales se espera que persigan los más altos estándares de vida.
El castigo es radical y frío, “por tu propio bien”. De forma alternante, una
cultura puede utilizar la culpa y la retirada de afecto como castigo. De
cualquiera de las maneras, los niños de estas culturas se tornan hacia el logro
en cualquiera que sea la noción de éxito que éstas posean.
El
segundo tipo de familias apartadas es la familia moderna, y se puede hallar en
la mayoría de los lugares más avanzados del mundo, de manera especial en EEUU.
Los cambios en las actitudes de la crianza infantil ha llevado a muchas
personas a estremecerse ante el hecho de un castigo físico y culpa en la educación
de sus hijos. La nueva idea es a criar a tus hijos como tus iguales. Un padre
debe ser el mejor “compi” de su hijo; la madre debe ser la mejor compañera de
su hija. Pero, en el proceso de controlar sus emociones, los padres se vuelven
bastante indiferentes. Ya no son, de hecho, verdaderos padres, sólo cohabitan
con sus hijos. Los hijos, ahora sin una auténtica guía adulta, se vuelven a sus
colegas y la “media” en busca de sus valores. Esta es, por tanto, ¡la
superficial y televisiva familia!
El
escape de la libertad es particularmente obvia aquí: es una conformidad
autómata.
¿Qué
hace a una familia buena, sana y productiva? Fromm sugiere que ésta sería una
familia donde los padres asumen la responsabilidad de enseñar a sus hijos a
razonar en una atmósfera de amor. El crecer en este tipo de familias permite a
los niños aprender a identificar y valorar su libertad y a tomar
responsabilidades por sí mismos y finalmente por la sociedad como un todo.
El
inconsciente social
Pero
nuestras familias la mayoría de las veces sólo son un reflejo de nuestra
sociedad y cultura. Fromm enfatiza que embebemos de nuestra sociedad con la
leche de nuestra madre. Es tan cercana a nosotros que con frecuencia olvidamos
que nuestra sociedad es tan sólo una de las múltiples vías de lidiar con las
cuestiones de la vida. Muchas veces creemos que la manera en que hacemos las
cosas es la única forma; la forma natural. Lo hemos asumido tan bien que se ha
vuelto inconsciente (el inconsciente social). Por esta razón, en muchas
ocasiones creemos que estamos actuando en base a nuestro propio juicio, pero
sencillamente estamos siguiendo órdenes a las que estamos tan acostumbrados que
no las notamos como tales.
Fromm
cree que nuestro inconsciente social se entiende mejor cuando examinamos nuestros
sistemas económicos. De hecho, define, e incluso nombra, cinco tipos de
personalidad, las cuales llama orientaciones en términos económicos.
La
orientación receptiva. Estas son personas que esperan conseguir lo que
necesitan; si no lo consiguen de forma inmediata, esperan. Creen que todas las
cosas buenas y provisiones provienen del exterior de sí mismos. Este tipo es
más común en las poblaciones campesinas, y también en culturas que tienen
abundantes recursos naturales, de manera que no es necesario trabajar demasiado
fuerte para alcanzar el sustento propio. También es fácil encontrarlo en la
escala más inferior de cualquier sociedad: esclavos, siervos, familias de
empleados, trabajadores inmigrantes…todos ellos están a merced de otros.
Esta
orientación está asociada a familias simbióticas, especialmente donde los niños
son “absorbidos” por sus padres y con la forma masoquista (pasiva) de
autoritarismo. En su presentación extrema puede caracterizarse por adjetivos
como sumiso y anhelante. De forma más moderada, se presenta con adjetivos como
resignada y optimista.
La
orientación explotadora. Estas personas esperan conseguir lo que desean a través
de la explotación de otros. De hecho, las cosas tienen un valor mayor cuanto
sean tomadas de otros: la dicha es preferiblemente robada, las ideas plagiadas,
y el amor se consigue basándose en coerción. Este tipo es más común en la
historia de las aristocracias y en las clases altas de los imperios coloniales.
Piénsese por ejemplo en los ingleses en la India: su
posición estaba basada completamente en su poder para arrebatar a la población
indígena. Alguna de sus características más notables es la habilidad de
mantenerse muy cómodos ¡dando órdenes!. También la podemos encontrar en los
bárbaros pastores y pueblos que se apoyan en la invasión (como los Vikingos).
La
orientación explotadora está asociada al lado “chupóptero” en la familia
simbiótica. En los extremos, son sujetos agresivos, seductores y engreídos.
Cuando están mezclados con cualidades más sanas, son asertivos, orgullosos y
cautivadores.
La
orientación acaparadora. Las personas que acumulan tienden a mantener consigo
esas cosas; reprimen. Consideran al mundo como posesiones y como potenciales
posesiones. Incluso los amados son personas para poseer, mantener o comprar.
Fromm, perfilando a Marx, relaciona este tipo de orientación con la burguesía,
la clase media comerciante, así como los terratenientes ricos y los artistas.
Lo asocia particularmente con la ética laboral protestante.
La
retención está asociada a las formas más frías de familias apartadas y con
destructividad. En su forma pura, significa que eres terco, tacaño y poco
imaginativo. Si perteneces a una forma menos extrema, serías resolutivo,
económico y práctico.
La
orientación de venta. Esta orientación espera vender. El éxito es una cuestión
de cuán bien puedo venderme; de darme a conocer. Mi familia, mi trabajo, mi
escuela, mis ropas; todo es un anuncio, y debe estar “perfecto”. Incluso el
amor es pensado como una transacción.
Este
tipo moderno surge de la fría familia apartada, y tiende a utilizar la
conformidad autómata para escapar de la libertad. En un extremo, la persona
“que se vende” es oportunista, infantil, sin tacto. En casos más moderados, se
perciben como resueltos, juveniles y sociales. ¡Lo superficial lo es todo!.
La
orientación productiva. Existe, no obstante, una personalidad más sana, a la que
Fromm ocasionalmente se refiere como la persona que no lleva máscara. Esta es
la persona que sin evitar su naturaleza social y biológica, no se aparta nunca
de la libertad y la responsabilidad. Proviene de una familia que ama sin
sobresaturar al sujeto; que prefiere las razones a las reglas y la libertad
sobre la conformidad.
La
sociedad que permita un crecimiento de este tipo de personas no existe aún, lo
llama socialismo comunitario
humanista, Humanista significa que está orientado a seres humanos y no
sobre otra entidad estatal superior o a algún ente divino. Comunitario
significa compuesto de pequeñas comunidades, como opuesto a un gran gobierno
central corporativo. Socialismo significa que cada uno es responsable del
bienestar del vecino.
Fromm
dice que las primeras cuatro orientaciones viven el modo o modelo de tenencia.
Se centran en el consumo, en obtener, en poseer…Se definen por lo que tienen.
Fromm dice que el “yo tengo” tiende a convertirse en el “ello me tiene”,
volviéndonos sujetos manejados por nuestras posesiones.
Del
otro lado, la orientación productiva vive en el
modo vivencial. Lo que eres está definido por tus acciones en el mundo.
Vives sin máscara, viviendo la vida, relacionándote con los demás, siendo tú
mismo.
Dice
que la mayoría de las personas, ya acostumbradas al modo de tenencia, usan el
verbo tener para describir sus problemas: “Doctor, tengo un problema: tengo
insomnio. Aunque tengo una bonita casa, niños estupendos y un matrimonio feliz,
tengo muchas preocupaciones.” Este sujeto busca al terapeuta para que le quite
las cosas malas y que le deje las buenas; casi igual que pedirle a un cirujano
que te quite las piedras de tu vesícula. Lo que deberías decir es más como
“estoy confuso. Estoy felizmente casado, pero no puedo dormir…”. Al decir que
tienes un problema, estás evitando el hecho de que tú eres el problema; una vez
más estás evitando la responsabilidad de tu vida.
Orientación
|
Sociedad
|
Familia
|
Escape
de la libertad
|
Receptivo
|
Sociedad
campesina
|
Simbiótica
(pasiva)
|
Autoritario
(masoquista)
|
Explotador
|
Sociedad
aristocrática
|
Simbiótica
(activa)
|
Autoritario
(sádico)
|
Acaparadora
|
Sociedad
burguesa
|
Apartada
(puritana)
|
Perfeccionista
a destructivo
|
De
venta
|
Sociedad
moderna
|
Apartada
(infantil)
|
Conformista
autómata
|
Productiva
|
Socialismo
Comunitario Humanista
|
Amorosa
y razonable
|
Libertad
y responsabilidad reconocida y aceptada
|
Maldad
Fromm
siempre estuvo interesado en tratar de comprender a las personas verdaderamente
malévolas de este mundo; no solamente a aquellas que sencillamente eran
estúpidas, estaban mal guiadas o enfermas, sino a aquellas con total conciencia
de maldad en sus actos, fuesen llevados a cabo como fuere.
Todas
las orientaciones que hemos mencionado, productivas y no productivas; sea en el
modo de tenencia o de ser, tienen una cosa en común: todas constituyen un
esfuerzo para vivir, están intentando adaptarse a la vida. Son, usando su
palabra, biófilos, amantes
de la vida.
Pero
existe otro tipo de personas que él llama necrófilos (amantes de la muerte). Tienen una
atracción pasional de todo lo que es muerte, destrucción, podredumbre, y
enfermizo; es la pasión de transformar todo lo que está vivo en lo no-vivo; de
destruir por el solo hecho de destruir; el interés exclusivo en todo esto es
puramente mecánico. Es la pasión de “destrozar todas las estructuras vivientes”.
Fromm
hace algunas sugerencias sobre cómo surge este tipo de sujetos. Dice que debe
existir algún tipo de influencia genética que les previene de sentir o
responder a los afectos. También añade que deben haber tenido una vida tan
llena de frustraciones que la persona se pasa el resto de su vida inmerso en la
rabia. Y finalmente, sugiere que deben haber crecido con una madre también
necrófila, de manera que el niño no ha tenido a nadie de quien recibir amor. Es
muy posible que la combinación de estos tres factores provoque esta conducta.
Aún así, subsiste la idea de que estos sujetos son plenamente conscientes de su
maldad y la mantienen. Desde luego, son sujetos que necesitan estudiarse más
profundamente.
Discusión
De
alguna forma, Fromm es una figura de transición, o si lo prefiere, un teórico
que aúna otras teorías; para nosotros, de forma eminente, une las teorías
freudianas con las neo-freudianas que hemos visto (especialmente a Adler y
Horney) y las teorías humanistas que discutiremos más adelante. De hecho, está
cerca de ser un existencialista.
Otro aspecto de su teoría es único de
él: su interés en las raíces económicas y culturales de la personalidad. Nadie
anterior ni posteriormente a él lo ha dicho de una forma tan directa: nuestra
personalidad es hasta una extensión considerable, un reflejo de tales
cuestiones como clase social, estatus minoritario, educación, vocación,
antecedentes religiosos y filosóficos y así sucesivamente. Esto se puede deber
a su asociación con el marxismo.