INTELIGENCIA
Goleman, la inteligencia emocional
Desde hace
siglos se pensaba que la función de la inteligencia era conocer y
resolver problemas teóricos. La razón se convirtió en la facultad
intelectual más importante, y la ciencia en su mayor creación; en
cambio, el mundo afectivo fue despreciado, la pesada herencia de la
carne, como diría Shakespeare.
Hemos
recibido como herencia la imagen de un ser humano escindido. A un lado
la cabeza y al otro el corazón: aquélla es la sede de la claridad; éste,
el sótano de la confusión. ¿Por qué una persona con un brillante
expediente académico no siempre logra más éxito profesional? ¿Por qué
algunas personas disfrutan más de a vida que otras? ¿Por qué unos son
fuertes en condiciones adversas (piensa en una oposición) mientras que
otros se hunden a la primera?
El psicólogo Daniel Goleman responde a estos interrogantes en su obra la Inteligencia emocional,
donde resalta el poder de los sentimientos y emociones frente a la fría
lógica racional, porque libres de emociones no seríamos humanos.
Para D.
Goleman la inteligencia emocional es la forma de interactuar con el
mundo, engloba habilidades como el control de los impulsos, la
motivación, la perseverancia o la empatía. Ellas configuran rasgos de
personalidad como la autodisciplina, la compasión o el altruismo,
indispensables para la adaptación social.
D. Goleman destaca cinco habilidades de la inteligencia emocional:
1.
Conciencia de uno mismo. Se trata de conocernos a nosotros mismos
(virtudes, debilidades, emociones e impulsos), darnos cuenta de lo que
sentimos o necesitamos, para dirigir mejor nuestras vidas. Esta
competencia se manifiesta en personas que piensan antes de actuar y se
responsabilizan de sus actos.
2.
Autocontrol emocional. Es la habilidad de controlar nuestras emociones e
impulsos para adecuarlos a un objetivo. Las personas que poseen esta
competencia controlan el estrés y la ansiedad ante situaciones difíciles
y son flexibles ante los cambios y las nuevas ideas
3.
Automotivación. Es la capacidad de motivarse uno mismo para lograr
nuestros objetivos. Esto supone saber demorar la gratificación y sofocar
la impulsividad, no rendirse a la ansiedad o el derrotismo, cuando
tropezamos con las dificultades contratiempos de la vida.
4. El
reconocimiento de las emociones ajenas. La empatía es la capacidad de
“ponernos en el lugar de los demás”. Las personas empáticas son capaces
de escuchar a otro y entender sus problemas o necesidades. Esto les
permite trascender los prejuicios estereotipos, aceptar las diferencias y
ser tolerantes, aptitudes muy necesarias en una sociedad multicultural.
5. El
control de las relaciones. Es el talento para manejar las relaciones con
los demás saber persuadir e influenciar a los demás. Una persona con
habilidades sociales sabe liderar grupos y dirigir cambios, trabajar en
equipo y crear buen ambiente dentro de un grupo.
La vida
emocional crece en un área del cerebro llamada sistema límbico, sobre
todo en la amígdala, que funciona como una especie de vigía de la mente.
Ahí nacen las sensaciones de placer o disgusto, de ira o miedo. Pero es
en el neocórtex donde se procesa las señales interiores o exteriores,
lo que nos permite hacer planes y tener expectativas. Esta dicotomía
hace que nuestros actos se rijan por dos tipos de mentes: una emotiva y
otra racional. Las dos funciones son inteligentes y se complementan.
No podemos
elegir nuestras emociones, ni se pueden desconectar o evitar. Pero sí
podemos controlar nuestras reacciones emocionales, y lo que hagamos con
ellas depende de nuestro nivel de inteligencia emocional.
Piaget, el desarrollo de la inteligencia
Jean Piaget
(1896-1980) ha desarrollado la teoría más coherente sobre el desarrollo
intelectual. En lugar de preocuparse por medir la inteligencia, lo que
se intenta es explicar los mecanismos de su funcionamiento. Esta teoría
constructivista concibe los procesos cognitivos como resultado de la
interacción activa e innovadora del individuo con su entorno físico y
social. Durante el proceso de desarrollo, el niño construye su propia
estructura cognitiva a partir de la maduración, el aprendizaje y la
experiencia.
Etapas del desarrollo cognitivo
La
inteligencia no es innata ni se adquiere en bloque; es el resultado de
la interacción del individuo y la experiencia. J. Piaget planteó que el"
ser humano pasa por cuatro estadios en su evolución intelectual:
1. Inteligencia sensorio-motriz (0-2 años)
El niño
conoce el medio físico y social mediante el uso de sistemas sensoriales
(la visión y la audición) y motrices (el uso de la boca y la mano para
explorar el mundo).
Las características de esta etapa son:
- El recién
nacido sólo posee actos reflejos (succión, llanto). Los reflejos son
conductas innatas, respuestas ante la situación ambiental (estímulos).
- Más tarde,
los reflejos se organizan en hábitos y la percepción es discriminativa:
el niño distingue la imagen de los padres de las de otras personas y
coordina la percepción y prensión: coge los objetos que percibe.
- En tercer
lugar, aparece la inteligencia sensorio-motriz, que le permite manipular
objetos. Es “sensoriomotriz” porque sólo utiliza percepciones de
objetos presentes y movimientos coordinados entre sí. El niño de dos
años entiende que los seres humanos siguen existiendo aunque estén
ausentes de la escena, y pueden realizar actos inteligentes, como tirar
del mantel de una mesa para acercar un objeto (medio-fin).
2. Inteligencia preoperativa (2 a 6-7 años)
En este
estadio surge el pensamiento representativo. El niño puede usar
palabras, imágenes y otros símbolos para referirse a entidades que
existen en su entorno. La representación comienza con la imitación -los
niños imitan gestos y movimientos de distintos modelos- y el juego, et
dibujo y el lenguaje también ayudan al desarrollo infantil. El lenguaje
permite al niño reconstruir sus acciones pasadas en forma de relato y
anticipar el futuro mediante la representación verbal y el diálogo
consigo mismo. Así surgen las propiedades del pensamiento infantil, y
son: animismo (concibe las cosas como si estuvieran vivas) y
egocentrismo (capta una situación sólo desde su punto de vista).
3. Operaciones concretas (7-11 años)
El niño
realiza operaciones con objetos que percibe y manipula, y aprende las
nociones de cambio y permanencia. El descubrimiento de las relaciones
entre objetos por su forma y color Le permitirá construir esquemas más
complejos.
Realizar
operaciones concretas se debe a un esquema del pensamiento: las
conservaciones. Por ejemplo, el niño puede modelar una bola o una
salchicha con plastilina. Antes de los siete años cree que (con respecto
a la otra) se ha modificado la cantidad de materia, el peso y el
volumen; hacia los siete años admite la constancia de la materia; a los
nueve, la conservación del peso, y a los once, la del volumen.
4. Operaciones formales (12-16 años)
Durante este
periodo, los adolescentes logran desprenderse de los objetos inmediatos
para razonar sobre lo abstracto y lo posible. Aparece el pensamiento
hipotético, comienzan a hacer razonamientos condicionales (“si...,
entonces...”) y, aunque la hipótesis no se cumpla, el adolescente es
capaz de deducir las consecuencias que se derivan de ella.
Köhler, la inteligencia animal
Las
distintas especies que habitan nuestro planeta disponen de dos
mecanismos complementarios para resolver a adaptación a su entorno.
Uno es la
programación genética, que permite desencadenar pautas de conducta
complejas, sin apenas experiencia previa y con un alto valor de
supervivencia (por ejemplo, reconocimiento y huida ante depredadores,
pautas de cortejo, etc.), pero son respuestas rígidas, incapaces de
adaptarse a nuevas condiciones.
El otro
mecanismo adaptativo es el aprendizaje, que permite modificar la
conducta ante los cambios ambientales. Es más flexible y eficaz a largo
plazo, y es más característico de las especies superiores.
La
inteligencia considerada como adaptación a nuevas situaciones no es
específica del ser humano; la poseen muchos animales, aunque en distinto
grado. Múltiples investigaciones muestran que algunos animales pueden
resolver problemas y formular planes.
Respecto a
La solución de problemas, los chimpancés y tos delfines han demostrado
notables aptitudes ante diferentes pruebas. En general, se piensa que
Los chimpancés disponen de una inteligencia asociativa, que les capacita
para aprender por ensayo y error, y utilizar instrumentos simples de su
contexto físico (palos y piedras).
El psicólogo
alemán Wolfgang Köhler trabajó en un centro de investigación con
primates en 1914 en Canarias, donde diseñó varios experimentos para
comprobar la inteligencia de los chimpancés.
Un
experimento consistía en poner fuera del alcance de un chimpancé un
plátano y permitir que pudiera utilizar un pato de herramienta para
alcanzar la fruta. La mayoría de los chimpancés evaluaban la situación
con rapidez y solucionaban el problema. Después el plátano se puso más
lejos y se colocaron dos cañas que podían ensamblarse para permitir
alcanzar el plátano, pero sólo uno de los chimpancés de Köhler, Sultán,
logró encajar los palos y alcanzar la fruta. Se demostró así que el
chimpancé es capaz de afrontar una situación nueva y, si tiene todos los
elementos a la vista, mostrar una solución al problema.
Otro ejemplo
de inteligencia es la “pesca” de termitas realizada por los chimpancés.
Algunos chimpancés adultos quitan las hojas de largas ramas e
introducen éstas en los agujeros de los termiteros. Cuando las retiran
se comen las termitas que se encuentran agarradas a ellas. Los
chimpancés más jóvenes observan a los adultos antes de intentarlo ellos
mismos.
Los
chimpancés pueden aprender y saber que una pieza de plástico coloreado
significa aceptación y que otra de distinto color significa negación o
utilizar signos verbales que funcionan como palabras significativas. Y a
diferencia de La mayoría de los primates, los chimpancés se reconocen a
sí mismos en el espejo, tienen sentido de su propia identidad.
Confrontados con su imagen en el espejo, otros monos reaccionan
atacándolo como si fuera otro. Los chimpancés, sin embargo, reaccionan
la primera vez como los niños y enseguida se reconocen a sí mismos.
La capacidad
mental de los chimpancés no es idéntica a la humana. Indudablemente, el
avance evolutivo de nuestra inteligencia y La aparición de códigos
simbólicos que nos permiten disponer de la realidad sin tenerla
presente, e incluso crearla, nos distingue claramente del resto de los
animales.
Gardner, inteligencias múltiples
El psicólogo de la Universidad de Harvard Howard Gardner estableció una nueva concepción sobre la inteligencia en su libro Frames of Mind (1983):
su teoría de las inteligencias múltiples. Esta teoría se basa en
investigaciones en el ámbito de las ciencias cognitivas, de La
psicología evolutiva y de la neurociencia de pacientes con daños
cerebrales, personas superdotadas y con niños de diferentes culturas.
H. Gardner
considera que la inteligencia es una amalgama de destrezas para crear,
aprender y resolver problemas, que permite al individuo resolver las
situaciones de la vida y hacer algo valioso para una comunidad o
cultura. La mayoría de los individuos tienen todas esas inteligencias,
aunque su desarrollo depende de la dotación biológica, su interacción
con el entorno y de la cultura imperante en su momento histórico. Las
inteligencias se combinan y usan en diferentes grados de manera personal
y única.
H. Gardner
reconoce que las inteligencias se pueden desarrollar, cuando hasta hace
poco tiempo era considerada innata e inamovible y que en el viaje de la
vida no basta con tener buen expediente académico.
Todos
sabemos que algunas personas aprenden con más facilidad que otras, que
hay diferencias entre personas que se desarrollan en un medio social u
otro, y de igual manera que existen diferentes personalidades, hay
distintos perfiles intelectuales. A continuación, presentamos una breve
descripción de tos ocho tipos de inteligencia:
Inteligencia lingüística:
es la capacidad para usar palabras de manera efectiva, sea en forma
oral o por escrito. Esta inteligencia incluye Las habilidades que se
relacionan con el dominio del lenguaje: la poética (los creadores del
lenguaje), la retórica de los políticos (el. lenguaje para persuadir a
otros), la mnemotecnia (el. lenguaje para recordar información), la
explicación (dar argumentos) y el metalenguaje (el lenguaje para
hablar sobre el lenguaje). Es propia de poetas, escritores, oradores y abogados.
Inteligencia lógico-matemática:
es la capacidad para utilizar los números y razonar adecuadamente. Esta
inteligencia incluye la comprensión de los esquemas y relaciones
lógicas, las proposiciones (si-entonces; si y sólo si..., entonces;
causa-efecto) y las abstracciones. Los procesos que esta inteligencia
utiliza comprenden: la categorización, la clasificación, la inferencia,
la generalización, eL cálculo y la demostración de hipótesis. Es
característica de científicos, filósofos, matemáticos y programadores
informáticos.
Inteligencia espacial:
es la aptitud para percibir de forma correcta el mundo visual espacial
(explorador y guía) y ejecutar transformaciones sobre esas percepciones
(ingeniero, arquitecto, artista, decorador e inventor). Esta
inteligencia incluye la sensibilidad al color, la forma, et espacio y
las relaciones que existen entre estos elementos.
Inteligencia musical:
es la capacidad de transformar (un compositor), expresar (un músico que
toca el violín), discriminar (crítico musical) y escuchar (un
aficionado a la música) las formas musicales. Esta inteligencia incluye
la sensibilidad al ritmo, el tono o la melodía de una pieza musical.
Inteligencia kinestésica:
es la capacidad para utilizar el propio cuerpo, la expresión corporal y
la manipulación efectiva de objetos, y se manifiesta en actividades
como la cirugía médica, el baile, la artesanía o los deportes.
Inteligencia intrapersonal (conocimiento
de sí mismo): consiste en comprender los propios pensamientos,
sentimientos y emociones para guiar la propia conducta. Esta
inteligencia supone tener una autoimagen precisa (virtudes y
limitaciones), conciencia de los estados de ánimo, conocer los propios
motivos o deseos, y tener autocomprensión y disciplina. Es
característica de psicólogos, filósofos y artistas.
Inteligencia interpersonal (capacidades
sociales): es la capacidad de entender e interactuar bien con los
demás. Esta inteligencia incluye la sensibilidad a las expresiones
faciales, la voz y los gestos, la capacidad para discriminar diferentes
clases de señales interpersonales y saber responder de manera efectiva
en la práctica (por ejemplo, influenciar a un grupo de personas para
seguir una línea de acción). Es propia de educadores, médicos y
políticos.
Inteligencia naturalista:
es la capacidad de distinguir, clasificar y utilizar objetos del mundo
natural. Fue incorporada por Gardner a su teoría en 1,995, después de
realizar algunos experimentos. Incluye las habilidades de observación,
reflexión y cuestionamiento de nuestro entorno.
Si
consideramos que La teoría de Gardner es correcta, las pruebas de CI
tradicionales sólo miden una parte de la inteligencia: las habilidades
lingüísticas, lógico-matemáticas y espaciales. Una implicación de esta
teoría es que Las escuelas desperdician el potencial humano. Y ahora que
conocemos los tipos de inteligencia y los estilos de
enseñanza-aprendizaje, es absurdo que sigamos insistiendo en que todos
los alumnos aprendan las mismas cosas y de la misma manera.
Por tanto,
los sistemas educativos deben conseguir que el proceso de
enseñanza-aprendizaje sea una práctica personalizada y descubrir los
talentos de cada persona, qué campos del conocimiento te atraen más y
dónde podría desarrollar mejor sus habilidades.
Fue un pedagogo y psicólogo francés. Se le conoce por su esencial contribución a la psicometría y a lapsicología diferencial como diseñador del test de predicción del rendimiento escolar, en colaboración con Théodore Simon, que fue base para el desarrollo de los sucesivos test de inteligencia.
El test tenía como finalidad práctica y única la de identificar a
escolares que requerían una atención especial. Tenía la esperanza de que
su test se utilizaría para mejorar la educación de los niños, aunque
temía que se empleara para etiquetarlos y en consecuencia se limitaran
sus oportunidades
El cociente intelectual o CI en forma abreviada, es una puntuación, resultado de alguno de los test estandarizados diseñados para medir la inteligencia.
En dicho método, se dividía la "edad mental" por la "edad cronológica" y
se multiplicaba el resultado por 100, dando como resultado el
mencionado cociente.
Aunque aún se emplea habitualmente el término CI para referirse al resultado de un test de inteligencia, se basa en la proyección del rango medido del sujeto en una campana de Gauss formada
por la distribución de los valores posibles para su grupo de edad, con
un valor central (inteligencia media) de 100 y una desviación estándar de
15. Los valores por encima de 100 están por encima de la media; los
valores por debajo de 100 están por debajo de la media. Distintos test
pueden tener distintas desviaciones estándar.