miércoles, 22 de marzo de 2017

MATERIALES TERCERA EVALUANCIÓN DE PSICOLOGÍA
ENFOQUE HUMANISTA.
            La llamada "tercera fuerza" de la psicología, la psicología humanista, se parece más al psicoanálisis que al conductismo (las otras dos "fuerzas") por la importancia concedida a los motivadores internos de la conducta, pero difiere del pensamiento clásico analítico en su confianza optimista en la naturaleza del hombre. Filosóficamente, los humanistas de encuentran en el mismo campo que el filósofo del siglo XVIII, Jean-Jacques Rousseau, quien creía que los individuos eran "nobles salvajes" que se desarrollaban como seres humanos productivos, alegres y buenos, a menos que experiencias desfavorables interfieren en su capacidad de manifestar su naturaleza más elevada. Esta idea contrasta poderosamente con el punto de vista de los psicoanalistas, que consideran a las personas como cautivos que luchan para liberarse de las tendencias oscuras y peligrosas de los instintos, y contrasta con las páginas en blanco de los conductistas.
            Los humanistas no provienen de ambientes médicos, como los primeros psicoanalistas, sino del campo de la educación y la psicología. Sus puntos de vista, conocidos como fenomenológicos, acentúan la importancia de la subjetividad, la experiencia singular del individuo; conceden toda la importancia a la posibilidad que tenemos de autorrealización a través de la espontaneidad, de la creatividad y del desarrollo personal.

 TEORÍA DE LA AUTOACTUALIZACIÓN DE MASLOW (1908-1970).
          La mayor contribución de este psicólogo, quien llamó a la psicología humanista la "tercera fuerza", fue su preocupación por las personas sanas más que por las enfermas. Estudiando la alegría, el entusiasmo, el amor y el bienestar en lugar del conflicto, la vergüenza, la hostilidad y la tristeza. Maslow se dedicó a investigar aquellas personas creativas que se desenvolvían adecuadamente en la sociedad. De estos estudios extrajo conclusiones sobre el desarrollo de la personalidad sana.
            La teoría de Maslow de la motivación humana descansa en la existencia de una jerarquía de necesidades. Estas necesidades son de dos tipos básicos: necesidades D que corrigen deficiencias (Deficit needs); y necesidades B que consiguen un nivel más alto en la existencia, el nivel superior se le denomina como una necesidad del ser (Being needs). Maslow decía que los seres humanos hemos de resolver nuestras necesidades básicas de supervivencia antes de preocuparnos de las necesidades de otro nivel superior. Hasta que no hayamos resuelto nuestras necesidades básicas, no podremos luchar para satisfacer las de un orden superior, como son las gratificaciones psíquicas y espirituales. La idea básica de esta jerarquía es que las necesidades más altas ocupan nuestra atención sólo cuando se han satisfecho las necesidades inferiores de la pirámide. Aquí aparecen de abajo hacia arriba, en el orden en que hemos de conseguirlas.

FISIOLOGÍA:
Respiración, alimentación, descanso, sexo, homeostasis.
SEGURIDAD: Seguridad física, de empleo, de recursos, moral, familiar, de salud, de propiedad.
AFILIACIÓN: Amistad, afecto, intimidad sexual.
RECONOCIMIENTO: Autoreconocimiento, confianza, respeto, éxito. 
AUTOREALIZACIÓN: Creatividad, espontaneidad, falta de prejuicios, resolución de problemas.

Así, una persona que lucha por respirar o tiene hambre, tiene una motivación primordial, la supervivencia básica. Cuando ésta esté asegurada podrá cambiar su atención para pasar a preocuparse de la seguridad o de la libertad. Sintiéndose relativamente seguro, buscará entonces la intimidad en sus relaciones de familia, los amigos y su pareja. Una vez que esté confortablemente unido por lazos afectivos con otra gente, podrá dirigir su atención a la preocupación de satisfacer su necesidad básica de auto-respeto. Hasta que un individuo no se siente sano, seguro, amado y competente, no puede buscar la auto-actualización, que consiste en la búsqueda de conocimiento, la apreciación de la belleza, la jovialidad, la auto suficiencia, la penetración de la verdad o algún otro de los quince principales valores B.

La idea básica de esta jerarquía es que las necesidades más altas ocupan nuestra atención sólo una vez se han satisfecho necesidades inferiores en la pirámide. Las fuerzas de crecimiento dan lugar a un movimiento hacia arriba en la jerarquía, mientras que las fuerzas regresivas empujan las necesidades prepotentes hacia abajo en la jerarquía. En términos de economía se usaba mucho este método de jerarquización, hasta que se simplificó en una sola "felicidad".

            ¿Qué clase de persona logra este tipo de autorrealización o autoactualización? Maslow (1950) identificó 38 personas que él creía que habían realizado plenamente su potencial. Este selecto grupo incluía celebridades históricas, como Albert Einstein, Ludwig von Beethoven, Abraham Lincon y Eleanor Roosevelt, así como otros no tan conocidos. Después de estudiar de cerca la vida de estas personas, Maslow identificó 16 características que distinguen a estas personas de la gente común: un punto de vista realista ante la vida; la espontaneidad; preocupación por resolver los problemas más que pensar en ellos; necesidad de intimidad y un cierto grado de distanciamiento; independencia y capacidad de funcionar por su cuenta; una visión no estereotipada de la gente, de las cosas y de las ideas; una historia de experiencias cumbre profundamente espirituales y que pueden ser de naturaleza mística o religiosa y que a menudo tienen lugar cuando se actualiza un valor B, como los momentos en que la persona logra el conocimiento de alguna verdad; identificación con la raza humana; relaciones profundamente amorosas e íntimas con unas pocas personas; valores democráticos; la habilidad de separar los medios de los fines; sentido del humor vivo y no cruel; creatividad, inconformismo y la habilidad demostrada para alzarse por encima del ambiente más que ajustarse a él.
            Aunque la teoría de Maslow ha servido de inspiración para muchas personas y ha introducido un grato enfoque de la personalidad sana que es capaz de escalar la cima de la auto-realización, ha sido criticada por su falta de rigor científico, especialmente por la subjetividad al definir la auto-actualización. (Lo cual no debe de sorprendernos, ya que Maslow protestó contra el exceso de confianza en la ciencia y describió al científico desligado, altamente objetivo y orientado hacia la prueba, como un ejemplo de la persona que se resiste a cualquier cosa parecida a una experiencia cumbre).



INTELIGENCIA
Goleman, la inteligencia emocional
Desde hace siglos se pensaba que la función de la inteligencia era conocer y resolver problemas teóricos. La razón se convirtió en la facultad intelectual más importante, y la ciencia en su mayor creación; en cambio, el mundo afectivo fue despreciado, la pesada herencia de la carne, como diría Shakespeare.
Hemos recibido como herencia la imagen de un ser humano escindido. A un lado la cabeza y al otro el corazón: aquélla es la sede de la claridad; éste, el sótano de la confusión. ¿Por qué una persona con un brillante expediente académico no siempre logra más éxito profesional? ¿Por qué algunas personas disfrutan más de a vida que otras? ¿Por qué unos son fuertes en condiciones adversas (piensa en una oposición) mientras que otros se hunden a la primera?
El psicólogo Daniel Goleman responde a estos interrogantes en su obra la Inteligencia emocional, donde resalta el poder de los sentimientos y emociones frente a la fría lógica racional, porque libres de emociones no seríamos humanos.
Para D. Goleman la inteligencia emocional es la forma de interactuar con el mundo, engloba habilidades como el control de los impulsos, la motivación, la perseverancia o la empatía. Ellas configuran rasgos de personalidad como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, indispensables para la adaptación social.
D. Goleman destaca cinco habilidades de la inteligencia emocional:
1. Conciencia de uno mismo. Se trata de conocernos a nosotros mismos (virtudes, debilidades, emociones e impulsos), darnos cuenta de lo que sentimos o necesitamos, para dirigir mejor nuestras vidas. Esta competencia se manifiesta en personas que piensan antes de actuar y se responsabilizan de sus actos.
2. Autocontrol emocional. Es la habilidad de controlar nuestras emociones e impulsos para adecuarlos a un objetivo. Las personas que poseen esta competencia controlan el estrés y la ansiedad ante situaciones difíciles y son flexibles ante los cambios y las nuevas ideas
3. Automotivación. Es la capacidad de motivarse uno mismo para lograr nuestros objetivos. Esto supone saber demorar la gratificación y sofocar la impulsividad, no rendirse a la ansiedad o el derrotismo, cuando tropezamos con las dificultades contratiempos de la vida.
4. El reconocimiento de las emociones ajenas. La empatía es la capacidad de “ponernos en el lugar de los demás”. Las personas empáticas son capaces de escuchar a otro y entender sus problemas o necesidades. Esto les permite trascender los prejuicios estereotipos, aceptar las diferencias y ser tolerantes, aptitudes muy necesarias en una sociedad multicultural.
5. El control de las relaciones. Es el talento para manejar las relaciones con los demás saber persuadir e influenciar a los demás. Una persona con habilidades sociales sabe liderar grupos y dirigir cambios, trabajar en equipo y crear buen ambiente dentro de un grupo.

La vida emocional crece en un área del cerebro llamada sistema límbico, sobre todo en la amígdala, que funciona como una especie de vigía de la mente. Ahí nacen las sensaciones de placer o disgusto, de ira o miedo. Pero es en el neocórtex donde se procesa las señales interiores o exteriores, lo que nos permite hacer planes y tener expectativas. Esta dicotomía hace que nuestros actos se rijan por dos tipos de mentes: una emotiva y otra racional. Las dos funciones son inteligentes y se complementan.
No podemos elegir nuestras emociones, ni se pueden desconectar o evitar. Pero sí podemos controlar nuestras reacciones emocionales, y lo que hagamos con ellas depende de nuestro nivel de inteligencia emocional.

Piaget, el desarrollo de la inteligencia
Jean Piaget (1896-1980) ha desarrollado la teoría más coherente sobre el desarrollo intelectual. En lugar de preocuparse por medir la inteligencia, lo que se intenta es explicar los mecanismos de su funcionamiento. Esta teoría constructivista concibe los procesos cognitivos como resultado de la interacción activa e innovadora del individuo con su entorno físico y social. Durante el proceso de desarrollo, el niño construye su propia estructura cognitiva a partir de la maduración, el aprendizaje y la experiencia.

Etapas del desarrollo cognitivo
La inteligencia no es innata ni se adquiere en bloque; es el resultado de la interacción del individuo y la experiencia. J. Piaget planteó que el" ser humano pasa por cuatro estadios en su evolución intelectual:

1. Inteligencia sensorio-motriz (0-2 años)
El niño conoce el medio físico y social mediante el uso de sistemas sensoriales (la visión y la audición) y motrices (el uso de la boca y la mano para explorar el mundo).
Las características de esta etapa son:
- El recién nacido sólo posee actos reflejos (succión, llanto). Los reflejos son conductas innatas, respuestas ante la situación ambiental (estímulos).
- Más tarde, los reflejos se organizan en hábitos y la percepción es discriminativa: el niño distingue la imagen de los padres de las de otras personas y coordina la percepción y prensión: coge los objetos que percibe.
- En tercer lugar, aparece la inteligencia sensorio-motriz, que le permite manipular objetos. Es “sensoriomotriz” porque sólo utiliza percepciones de objetos presentes y movimientos coordinados entre sí. El niño de dos años entiende que los seres humanos siguen existiendo aunque estén ausentes de la escena, y pueden realizar actos inteligentes, como tirar del mantel de una mesa para acercar un objeto (medio-fin).

2. Inteligencia preoperativa (2 a 6-7 años)
En este estadio surge el pensamiento representativo. El niño puede usar palabras, imágenes y otros símbolos para referirse a entidades que existen en su entorno. La representación comienza con la imitación -los niños imitan gestos y movimientos de distintos modelos- y el juego, et dibujo y el lenguaje también ayudan al desarrollo infantil. El lenguaje permite al niño reconstruir sus acciones pasadas en forma de relato y anticipar el futuro mediante la representación verbal y el diálogo consigo mismo. Así surgen las propiedades del pensamiento infantil, y son: animismo (concibe las cosas como si estuvieran vivas) y egocentrismo (capta una situación sólo desde su punto de vista).

3. Operaciones concretas (7-11 años)
El niño realiza operaciones con objetos que percibe y manipula, y aprende las nociones de cambio y permanencia. El descubrimiento de las relaciones entre objetos por su forma y color Le permitirá construir esquemas más complejos.
Realizar operaciones concretas se debe a un esquema del pensamiento: las conservaciones. Por ejemplo, el niño puede modelar una bola o una salchicha con plastilina. Antes de los siete años cree que (con respecto a la otra) se ha modificado la cantidad de materia, el peso y el volumen; hacia los siete años admite la constancia de la materia; a los nueve, la conservación del peso, y a los once, la del volumen.

4. Operaciones formales (12-16 años)
Durante este periodo, los adolescentes logran desprenderse de los objetos inmediatos para razonar sobre lo abstracto y lo posible. Aparece el pensamiento hipotético, comienzan a hacer razonamientos condicionales (“si..., entonces...”) y, aunque la hipótesis no se cumpla, el adolescente es capaz de deducir las consecuencias que se derivan de ella.

Köhler, la inteligencia animal
Las distintas especies que habitan nuestro planeta disponen de dos mecanismos complementarios para resolver a adaptación a su entorno.
Uno es la programación genética, que permite desencadenar pautas de conducta complejas, sin apenas experiencia previa y con un alto valor de supervivencia (por ejemplo, reconocimiento y huida ante depredadores, pautas de cortejo, etc.), pero son respuestas rígidas, incapaces de adaptarse a nuevas condiciones.
El otro mecanismo adaptativo es el aprendizaje, que permite modificar la conducta ante los cambios ambientales. Es más flexible y eficaz a largo plazo, y es más característico de las especies superiores.
La inteligencia considerada como adaptación a nuevas situaciones no es específica del ser humano; la poseen muchos animales, aunque en distinto grado. Múltiples investigaciones muestran que algunos animales pueden resolver problemas y formular planes.
Respecto a La solución de problemas, los chimpancés y tos delfines han demostrado notables aptitudes ante diferentes pruebas. En general, se piensa que Los chimpancés disponen de una inteligencia asociativa, que les capacita para aprender por ensayo y error, y utilizar instrumentos simples de su contexto físico (palos y piedras).
El psicólogo alemán Wolfgang Köhler trabajó en un centro de investigación con primates en 1914 en Canarias, donde diseñó varios experimentos para comprobar la inteligencia de los chimpancés.
Un experimento consistía en poner fuera del alcance de un chimpancé un plátano y permitir que pudiera utilizar un pato de herramienta para alcanzar la fruta. La mayoría de los chimpancés evaluaban la situación con rapidez y solucionaban el problema. Después el plátano se puso más lejos y se colocaron dos cañas que podían ensamblarse para permitir alcanzar el plátano, pero sólo uno de los chimpancés de Köhler, Sultán, logró encajar los palos y alcanzar la fruta. Se demostró así que el chimpancé es capaz de afrontar una situación nueva y, si tiene todos los elementos a la vista, mostrar una solución al problema.
Otro ejemplo de inteligencia es la “pesca” de termitas realizada por los chimpancés. Algunos chimpancés adultos quitan las hojas de largas ramas e introducen éstas en los agujeros de los termiteros. Cuando las retiran se comen las termitas que se encuentran agarradas a ellas. Los chimpancés más jóvenes observan a los adultos antes de intentarlo ellos mismos.
Los chimpancés pueden aprender y saber que una pieza de plástico coloreado significa aceptación y que otra de distinto color significa negación o utilizar signos verbales que funcionan como palabras significativas. Y a diferencia de La mayoría de los primates, los chimpancés se reconocen a sí mismos en el espejo, tienen sentido de su propia identidad. Confrontados con su imagen en el espejo, otros monos reaccionan atacándolo como si fuera otro. Los chimpancés, sin embargo, reaccionan la primera vez como los niños y enseguida se reconocen a sí mismos.
La capacidad mental de los chimpancés no es idéntica a la humana. Indudablemente, el avance evolutivo de nuestra inteligencia y La aparición de códigos simbólicos que nos permiten disponer de la realidad sin tenerla presente, e incluso crearla, nos distingue claramente del resto de los animales.

Gardner, inteligencias múltiples
El psicólogo de la Universidad de Harvard Howard Gardner estableció una nueva concepción sobre la inteligencia en su libro Frames of Mind (1983): su teoría de las inteligencias múltiples. Esta teoría se basa en investigaciones en el ámbito de las ciencias cognitivas, de La psicología evolutiva y de la neurociencia de pacientes con daños cerebrales, personas superdotadas y con niños de diferentes culturas.
H. Gardner considera que la inteligencia es una amalgama de destrezas para crear, aprender y resolver problemas, que permite al individuo resolver las situaciones de la vida y hacer algo valioso para una comunidad o cultura. La mayoría de los individuos tienen todas esas inteligencias, aunque su desarrollo depende de la dotación biológica, su interacción con el entorno y de la cultura imperante en su momento histórico. Las inteligencias se combinan y usan en diferentes grados de manera personal y única.
H. Gardner reconoce que las inteligencias se pueden desarrollar, cuando hasta hace poco tiempo era considerada innata e inamovible y que en el viaje de la vida no basta con tener buen expediente académico.
Todos sabemos que algunas personas aprenden con más facilidad que otras, que hay diferencias entre personas que se desarrollan en un medio social u otro, y de igual manera que existen diferentes personalidades, hay distintos perfiles intelectuales. A continuación, presentamos una breve descripción de tos ocho tipos de inteligencia:
Inteligencia lingüística: es la capacidad para usar palabras de manera efectiva, sea en forma oral o por escrito. Esta inteligencia incluye Las habilidades que se relacionan con el dominio del lenguaje: la poética (los creadores del lenguaje), la retórica de los políticos (el. lenguaje para persuadir a otros), la mnemotecnia (el. lenguaje para recordar información), la explicación (dar argumentos) y el metalenguaje (el lenguaje para hablar sobre el lenguaje). Es propia de poetas, escritores, oradores y abogados.
Inteligencia lógico-matemática: es la capacidad para utilizar los números y razonar adecuadamente. Esta inteligencia incluye la comprensión de los esquemas y relaciones lógicas, las proposiciones (si-entonces; si y sólo si..., entonces; causa-efecto) y las abstracciones. Los procesos que esta inteligencia utiliza comprenden: la categorización, la clasificación, la inferencia, la generalización, eL cálculo y la demostración de hipótesis. Es característica de científicos, filósofos, matemáticos y programadores informáticos.
Inteligencia espacial: es la aptitud para percibir de forma correcta el mundo visual espacial (explorador y guía) y ejecutar transformaciones sobre esas percepciones (ingeniero, arquitecto, artista, decorador e inventor). Esta inteligencia incluye la sensibilidad al color, la forma, et espacio y las relaciones que existen entre estos elementos.
Inteligencia musical: es la capacidad de transformar (un compositor), expresar (un músico que toca el violín), discriminar (crítico musical) y escuchar (un aficionado a la música) las formas musicales. Esta inteligencia incluye la sensibilidad al ritmo, el tono o la melodía de una pieza musical.
Inteligencia kinestésica: es la capacidad para utilizar el propio cuerpo, la expresión corporal y la manipulación efectiva de objetos, y se manifiesta en actividades como la cirugía médica, el baile, la artesanía o los deportes.
Inteligencia intrapersonal (conocimiento de sí mismo): consiste en comprender los propios pensamientos, sentimientos y emociones para guiar la propia conducta. Esta inteligencia supone tener una autoimagen precisa (virtudes y limitaciones), conciencia de los estados de ánimo, conocer los propios motivos o deseos, y tener autocomprensión y disciplina. Es característica de psicólogos, filósofos y artistas.
Inteligencia interpersonal (capacidades sociales): es la capacidad de entender e interactuar bien con los demás. Esta inteligencia incluye la sensibilidad a las expresiones faciales, la voz y los gestos, la capacidad para discriminar diferentes clases de señales interpersonales y saber responder de manera efectiva en la práctica (por ejemplo, influenciar a un grupo de personas para seguir una línea de acción). Es propia de educadores, médicos y políticos.
Inteligencia naturalista: es la capacidad de distinguir, clasificar y utilizar objetos del mundo natural. Fue incorporada por Gardner a su teoría en 1,995, después de realizar algunos experimentos. Incluye las habilidades de observación, reflexión y cuestionamiento de nuestro entorno.
Si consideramos que La teoría de Gardner es correcta, las pruebas de CI tradicionales sólo miden una parte de la inteligencia: las habilidades lingüísticas, lógico-matemáticas y espaciales. Una implicación de esta teoría es que Las escuelas desperdician el potencial humano. Y ahora que conocemos los tipos de inteligencia y los estilos de enseñanza-aprendizaje, es absurdo que sigamos insistiendo en que todos los alumnos aprendan las mismas cosas y de la misma manera.
Por tanto, los sistemas educativos deben conseguir que el proceso de enseñanza-aprendizaje sea una práctica personalizada y descubrir los talentos de cada persona, qué campos del conocimiento te atraen más y dónde podría desarrollar mejor sus habilidades.

Alfred Binet, psicometría  (1857-1911)
Fue un pedagogo y psicólogo francés. Se le conoce por su esencial contribución a la psicometría y a la psicología diferencial como diseñador del test de predicción del rendimiento escolar, en colaboración con Théodore Simon, que fue base para el desarrollo de los sucesivos test de inteligencia. El test tenía como finalidad práctica y única la de identificar a escolares que requerían una atención especial. Tenía la esperanza de que su test se utilizaría para mejorar la educación de los niños, aunque temía que se empleara para etiquetarlos y en consecuencia se limitaran sus oportunidades
El cociente intelectual o CI en forma abreviada, es una puntuación, resultado de alguno de los test  estandarizados diseñados para medir la inteligencia. En dicho método, se dividía la "edad mental" por la "edad cronológica" y se multiplicaba el resultado por 100, dando como resultado el mencionado cociente.
Aunque aún se emplea habitualmente el término CI para referirse al resultado de un test de inteligencia, se basa en la proyección del rango medido del sujeto en una campana de Gauss formada por la distribución de los valores posibles para su grupo de edad, con un valor central (inteligencia media) de 100 y una desviación estándar de 15. Los valores por encima de 100 están por encima de la media; los valores por debajo de 100 están por debajo de la media. Distintos test pueden tener distintas desviaciones estándar.


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